Quedando 7 minutos para que sea Lunes, veo que mi fin de semana se esfumó, no me di ni cuenta como pasó el amado sábado y el corto domingo. Definitivamente el lunes no es mi día. De plano el domingo en la noche comienza la angustia del termino del fin de semana y el tiempo libre para hacer lo que quiera, o sea nada. Mi lunes es malo desde el principio y sin excepciones, hablo la mitad de lo que hablo un día normal, todo lo que quedó pendiente el viernes en el trabajo, que era desagradable, tendrá que ser retomado, terminó el idilio de no tener que luchar en el tren matutino con los apretones y comenzó el de gente apretada contra mi siendo mal educada. Maldito Lunes, nunca me podré acostumbrar a ellos. Cuando estaba en el colegio era más o menos lo mismo sólo que las incomodidades eran otras, tenia que volver a ponerme uniforme, planchar todo el domingo para que el lunes este descente para el acto patrio (así le decíamos en mi colegio), y despertar temprano, lo peor de todo. Cuando estaba en la Universidad era un poco más relajado y no me costaba tanto superar la perdida del fin de semana aunque pensándolo bien siempre me tocaron ramos dificiles a primera hora de la mañana de Lunes, por ejemplo, álgebra, cálculo, y uno completamente apestoso: ÉTICA, pero eso ya es harina de otro costal. Me iré a dormir y aprovecharé las 7 horas y 1/2 que me quedan de mi tiempo libre dispoble y esperaré a que sea Viernes mi día favorito.


Una de mis debilidades bien conocidas por mis cercanos y los no tanto, es la lluvia. Prefiero mil veces un día lluvioso a un día soleado. Es la sensación que me provoca que caiga agua desde el cielo y que todo quede mojado, que a mi no me importe mojarme y que los arboles se vean más verdes. También es porque se limpia todo y ahora lo puedo ver más claro desde que llegué a la ciudad capital. Las mañanas soleadas después de una noche de lluvia son extremadamente bellas, aunque no siento la misma sensación de felicidad que cuando llueve. Lo he pensado en varias ocasiones y al final siempre llego a la misma conclusión, creo que mis orígenes (Ancud-Chiloé) y mi paso por Valdivia, las ciudades más lluviosas de Chile hacen que cuando llueva me siente en casa, en tranquilidad de que aunque haya un temporal estaré bien y que la lluvia no es algo malo que pase. El "uy esta lloviendo que mal" no es una frase que diga. Porque yo no me
deprimo con la lluvia, mi cara sonríe aún más y se siente feliz mi corazón.


Hoy hice algo que me encanta y que no hacia hace mucho tiempo, caminé bajo la lluvia, desde mi trabajo a la casa, lentamente y escuchando música...disfrutando de ese rato que sé no serán muchos en esta ciudad. Me sentía tan bien cuando estaba bajo la lluvia que pensaba "que genial es sentirse feliz con cosas tan sencillas". así que llegué con el corazón feliz a mi casa, esperando que la lluvia vuelva pronto y limpie todo lo que esta sucio.